Blog MariaG

27/04/2009

Por fin MaríaG

Filed under: Y nació MaríaG — MaríaG @ 3:03 pm

Era la mejor manera.
Estábamos de vacaciones y los días nos dieron para morbear de lo lindo. Compramos un teléfono, un número nuevo, pensamos en un texto y nos lanzamos a aquella aventura.
Descolgué. Sería la primera vez que me daría a conocer con mi nuevo oficio. Estaba muy nerviosa y cuando fue una mujer la que me respondió me puse roja hasta las orejas. Afortunadamente no sería ella la encargada de atenderme y después de explicarle lo que pretendía hacer me pasó con un compañero.
Empecé a aflojarme un poco. Le pedí al chico poner un anuncio en prensa, en tales periódicos y en la sección de contactos. Después le dicté el texto. Y a él le gustó. Y yo me reí descargando toda esa tensión acumulada. Y bueno, empecé a contarle lo que queríamos hacer mi marido y yo. Eramos nuevos en ésto, era nuestro primer anuncio y serían nuestros primeros clientes.
Me gustaba su voz y me encontré flirteando telefónicamente con un desconocido. Según se lo iba contando me iba poniendo cada vez más cachonda, me separé un poco más de la gente que me rodeaba para poder meter mi mano por dentro del pantalón, comenzar a tocarme y a acompañarme con la voz. Y él siguió el juego divinamente. 

Los anuncios quedarían puestos para el mes de Septiembre.

Cuando llegó la fecha encendí el teléfono y comenzó a sonar. Aún no me he acostumbrado a cierto tipo de llamadas. La mayor parte de los hombre que me llaman lo hacen por curiosidad, para enterarse de datos prácticos sobre mi persona o mis servicios. Otro grupillo descuelga el auricular con una mano ya ocupada y procura que le facilites la máxima cantidad de material para su imaginación, procurando que no notes la respiración acelerada. Por último, alguno sólo pretende molestar. Me sobresaltaban algunas respuestas groseras, o simplemente el lenguaje empleado, me faltaban tablas al teléfono.

En el anuncio se especificaba la presencia de mi marido. Lejos de ser simplemente una concesión mía, aquello era parte del morbo, no hubiera podido hacerse de otra manera. Aquello era un juego para los dos y de los dos.

Y llegó el primer cliente.
Después de todo lo que me decían al teléfono me costó un poco creerme que realmente íbamos a quedar con alguien. Nos esperaba en un apartamento alquilado por horas en una conocida calle de Madrid. Entró en nuestro morbo desde el principio.
Situada entre los dos recibía caricias y besos de ambos. Y a seis manos desabrochamos todos mis botones. Recuerdo la imagen de los billetes prendidos de mi ropa interior, aún me impresiona.
Me disfrutaron los dos, al mismo tiempo o alternándose. Y mi cuerpo pedía más y me retorcía de placer mientras agarraba la mano de mi hombre. La hora se pasó volando.

Me compré unos pendientes en una subasta de arte y cada vez que los luzco recuerdo con excitación su procedencia.

 

Publicado el 27-04-2009, texto recuperado de mi blog censurado

23/04/2009

Sólo pídemelo

Filed under: Yo misma y nunca toda yo (Galería fotográfica) — MaríaG @ 3:01 pm

22/04/2009

Cuando la carroza se transforma en calabaza

Filed under: Como puta por rastrojo — MaríaG @ 2:53 pm

Me había contratado para pasar toda la noche. No es un servicio que haga frecuentemente, supone para mí un esfuerzo personal importante. Cuando me lo proponen, lo medito. Pasar una noche con un desconocido significa también despertarse a su lado por la mañana, momento en que abres los ojos esperando descubrir a la persona amada y recuerdas entonces que estás en otro sitio, en otros brazos. Y ésto me crea un conflicto. 

Fui con nervios, más de los habituales. Los planes eran cenar algo y dedicarnos después a nuestros cuerpos.
Abrió la puerta, todo estaba correcto. Yo estaba algo más tensa de lo habitual, deseaba sentarme en un restaurante, relajarme y volver a sentirme yo misma. No era la única que acusaba esa tensión, quizá fuera esa su actitud corriente pero me parecía algo más distante de lo que cabría esperar.
Y la cena se anuló, decidió que era mejor quedarnos en el hotel y comenzar con la segunda parte de la cita. Fue entonces cuando lo supe: aquello no funcionaba. Las posibilidades de tener un rato en un sitio neutral para distendernos se habían esfumado. Y no podía apartar de mi mente que necesitaba un cambio de actitud o algo, no sé el qué, necesitaba un punto de ruptura en aquella dinámica. En esas circunstancias el sexo tampoco podía ser muy gratificante.
Y el cambio no llegó, yo no encontré el modo de reconducirlo y él no pareció hacer ningún intento.
Puede que en su cabeza la cita estuviera milimetrada o que simplemente yo no respondiera a sus expectativas. Así que me encontré vistiéndome para irme solo una hora después de haber llegado.
Me fui a mi casa pesarosa. Yo también deseaba haber disfrutado de la cita.

Publicado el 22-04-2009, texto recuperado de mi blog censurado

13/04/2009

El primer anuncio

Filed under: Los primeros pasos — MaríaG @ 2:49 pm

No lo puse yo.

Habíamos comentado nuestro morbo con Rafa, por supuesto una noche en la que los tres estábamos muy ligeros de ropa. Ya estábamos decididos a poner un anuncio, queríamos conseguir un grupito de chicos, cuatro o cinco, para una mañana de esas. A nuestro amigo le encantó la idea y le íbamos informando de los avances. 

Fue una labor de horas delante del ordenador, respondiendo a correos, dando datos y al fin hablando por teléfono. Y llegó el día D y la hora H y allí no se presentó nadie. Lo cierto es que no nos lo esperábamos, seguro que más de uno se arrepintió a última hora o pensó que iba de coña. Pero, no, allí estábamos nosotros con los nervios agarrados al estómago y con un tremendo calentón. Rafa llegaría en 30 minutos y nosotros ¡sólo podíamos invitarle a un café! Le llamé y me dejó de piedra: «no te preocupes, tengo un plan B».

Cuando le vimos llegaba sonriente, no podía imaginar qué rondaba su cabeza. Yo sólo podía abrir mis ojos de asombro al oir su estrategia. Resulta que, cuando vimos fracasada nuestra fantasía, se había metido en un ciber, entrado en no se qué foro y convocado a todos los que allí estaban en ese momento y quisieran sexo. La única condición es que debían de aportar entre todos para el pago del apartamento que se alquilaría, algo así como 20€ cada uno.
Impensable, si lo que yo había estado tejiendo cuidadosamente se había ido al traste, ésto era una idea descabellada. Pero subimos al apartamento por horas que teníamos reservado. Me parecía todo irreal, no era posible que me estuviera desnudando pensando que se presentaría alguien. No podía ser.

Pero fue. Llamaron a la puerta y entró el primero. Rafa hizo de maestro de ceremonias y cuando yo le vi entrar en la habitación me traía a un jovencito bien parecido y muy nervioso. No hacía falta que confesara que era inexperto, me daba más morbo si cabe que no supiera ni por dónde empezar. Empecé a besarle y a acariciarle, andaba muerta de ganas y deseaba que se me tirara encima cuanto antes. Tomé yo la iniciativa y me subí encima.
Entonces oí la puerta, ¡llegaba el segundo! Tardé segundos en correrme, casi lo mismo que aquel chaval. Y cuando me incorporé ya estaba en el cuarto el siguiente. Claro, la puerta había permanecido abierta y por ella se asomaban mi marido y Rafa. Éste también era un chaval agradable a la vista y al tacto, y me retorcía de placer entre sus brazos. 

Sonó de nuevo la puerta y otra vez y yo estaba embriagada por el sexo. Fueron pasando de uno en uno sin pausa, cuando coincidieron varios esperando, se quedaban en el saloncito, se desnudaban y miraban de vez en cuando hacia dentro a ver cómo íbamos. Y como colofón entraron mis guardianes y me palparon completa tal como si quisieran cerciorarse de que estaba entera. ¡Cómo lo gocé! Ahora todo mi cuerpo se deshacía de placer, tenía a mi hombre entre las piernas y nos contábamos al oído todo lo que acabábamos de vivir con la voz entrecortada por la excitación. Hasta que caímos exhaustos.

No podíamos contener la risa mientras nos vestíamos. Me acerqué al montoncito de billetes, estaban en un platito, junto a la entrada. Los sostuve en la mano, ¡¡llevaba media mañana haciendo de puta!! No sabía si enmarcarlos o mezclarlos con el resto, así que nos fuimos los tres a comer, invita la casa.

(Publicado el 13-04-2009, texto recuperado de mi blog censurado)

04/04/2009

¡¡¡Acabo de darme cuenta!!! Ya apuntaba maneras

Filed under: ¿De dónde nace una una puta como yo? — MaríaG @ 3:31 am

Os parecerá insólito pero así es, me acabo de dar cuenta de que lo mío viene desde antigüo. Lo que no entiendo muy bien es el mecanismo mental por el que jamás se me había ocurrido que aquello era prostituirme. Y lo era.
La cosa empezó durante la universidad. Yo quería estar en contacto con la práctica clínica y necesitaba algo de dinero. Así que me puse a trabajar de auxiliar en una clínica. Después de cerrar, mi jefe me llevaba a casa. Y algunos sábados nos tomábamos el aperitivo con alguno más del personal.
Pasábamos muchas horas en la misma sala, hablábamos del mar y de los peces. Un día, cuando me llevaba de regreso, empezó a contarme los problemas con su mujer. Yo debía tener veinte años y era un tanto ingenua. Se me pasó por la cabeza que podría haber intenciones ocultas detrás de esa charla pero me lo negaba a mí misma, pensaba que debía ser estúpida por tener esas idas. Y lo cierto es que durante días contemplé la posibilidad de que fueran reales mis sospechas y eso me excitaba y me llenaba de pudor al mismo tiempo.

No sabría decir qué fue lo que empezó primero si el sexo o las bagatelas.

Algunos días me pedía que le trajera algo de picar de una panadería cercana, que comprara también algo para mí y cuando regresaba me decía que me quedara con el cambio. Siempre me ha gustado subrayar con lápices de colores y cuando tenía que comprar algo en la papelería de al lado, él sacaba dinero para que comprara lo que quisiera.
A mí todo me parecía muy normal.

Un día que estábamos solos a última hora se acercó por detrás y empezó a tocarme sobre la bata; al moverme yo inquieta su abrazo fue más fuerte y posó sus labios en mi cuello.
Ya estaba perdida.
Me sentí incapaz de resistirme. Y me dejé llevar. Siguieron besos y caricias furtivas por dentro de la ropa y más besos. Todo fue rápido, apasionado y me encontré subida encima de un hombre sentado en una silla, con la camisa abierta y la falda subida, los zapatos puesto y las bragas por los suelos.

Buscábamos el momento para encontrarnos solos, la ocasión, detrás de una puerta, para magrearnos e irnos calentando. Las visitas domiciliarias se alargaban, paraba el coche en cualquier descampado para sobarme a placer. Yo disfrutaba con toda esa picardía y buscaba un nuevo encuentro. Durante aquellos meses probamos todas las dependencias de la clínica .
Cuando su mujer se quedó embarazada aquello era un no parar, llegó incluso a ir a buscarme a casa fuera del horario de trabajo y llamarme para que fuera yo a la suya.

Un día me enamoré de otro. Entonces tomé la decisión de dejar estos escarceos y pensé que sería cosa fácil. Pero no fue así. Se pasaba el día metiendo su mano por cualquier parte de mi cuerpo, era tan descarado que incluso creo que las demás se daban cuenta,. Estaba malhumorado y cortante. Evité que me llevara en su coche. Ya no quiso tomar nada durante las horas de trabajo y yo no volví a comprar mis lápices.

Y poco después me despidió.

 

(Publicado 3-04-2009, texto recuperado de mi blog censurado)

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