Ese día era excepcional, nos habíamos puesto de acuerdo todas y teníamos montada una buena juerga. Unas horaa en las que los clientes fueron usando sus tiempos con una o varias de mis amigas. Y en los tiempos sin ellos nosotras nos sabíamos consolar.
Viernes, Sábado, no sé qué dia era pero había fútbol y mucha animación.
Así que también me tocó a mí, con mi querida Rebeca. El tipo estaba borracho, muy borracho pero era conocido, así que le ayudaríamos a terminar bien su noche.
Primero ella, una novedad bien sabrosa. Tumbada boca arriba y con las piernas abiertas, así acogía mi amante al viajero.
Me coloqué en la misma posición. Él, de rodillas, me miraba. Cerro los puños y se dejó caer sobre la camapara colocar un brazo a cada lado y sostener sus 130kg de peso sin aplastarme.
Pero un grito se escapó de mis labios y le empujé con todas mis fuerzas para salir de debajo. Uno de los puños había errado su trayectoria aterrizando justo en la base de mi pecho. Un crujido sonó y yo perdí por unos minutos la compostura.
Sentada a los pies de la cama les animé a continuar. Respiré despacio para recuperar las formas, me moví muy despacito y recuperé mi sitio en el trío.
Y con esas premisas conseguí terminar mi trabajo, eso sí, bastante más pálida que cuando comencé.
Así que sí, nuestra profesión tiene algunos riesgos; esa vez casi termino con una costilla de menos, como Adán. Y dando gracias de que sólo una de ellas fuera rota.
Besos
Vaya tela……
Comentario by pedro bond — 25/04/2017 @ 9:21 pm